Han pasado tres meses desde que nos mudamos a esta casa. Mi hijo, Makoto, no se ha sentido bien últimamente, así que estaba preocupada. Mi esposo se mostró indiferente, diciendo que le estaba dando demasiadas vueltas, pero mi mal presentimiento resultó ser cierto. Un día, al llevar a unos compañeros a casa, presencié cómo lo acosaban. Lo denuncié de inmediato a la escuela y me suspendieron indefinidamente, así que me sentí aliviada, pero entonces los compañeros, furiosos, vinieron a casa y me atacaron. Por mucho que me disculpara, nunca me perdonaron, y desde ese día, empezaron a violarme en grupo con corridas internas...